Hoy te soñé, Gaby, pero no era en tu cuarto como muchas veces. Era en el mío. Tu sonrisa mezquina rosaba mi pelo y tus manos me presionaban hacia a tu cuerpo, desnuda, deslizándose sobre el mío. Todo era real en aquel sueño, tan ausente de toda ilusión, no como es la realidad, ahora.
¿Qué haces justo ahora que no estoy? ¿En qué piensas cuando nuestros ojos no se ven? ¿Que dice tu boca sin la mía? ¿Qué fue de esa comida que con tanto amor me la preparabas?
Quizá ya no estemos, talves no te vuelva a entregar los besos más locos, pero estaré en tu mente toda la vida, pues yo siendo un picaflor fuiste tú la última más dulce. No lo olvides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario