Le ubiqué por el Facebook como me lo recomendó mi buen amigo Orlando. Le pedí hablar y quedamos para las siete, en su casa. A esa hora, Herrera me recibió con alta amabilidad. Y nos quedamos charlando hasta casi la media noche. Sin poder romper en algún momento la conversación.
Aceptó ser el entrenador del Relámpago, y más todavía, estaba esperando una oportunidad como esa para aplicar las nuevas técnicas futbolísticas de tipo europeo. Yo estaba ilusionado, pronto el equipo de mi padre entendería un tipo de juego más moderno con el que podremos ganar los campeonatos de la región de Aroma.
Ahora solo queda esperar.
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