No sé. Quizá jamás. Nuestro encuentro es a sol. Pero su hermosura arrastra todas las maldiciones que uno puede imaginar. Ella, en cambio, encuentra un ser extraño, interesante que los ojos profundos debelan otras cosas no necesariamente normales (lo dijo). No es que está enamorada, sino es simple como un antojo de mujer lo que siente. Nada más. Y debes en cuando me manda fotos de aquello que la hace sonreír, perritos de peluche, comprados en un McDonald. Su nombre es parecido al poema de Claribel, de mi estimado Tamayo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
La viuda de Márquez
La viuda de Márquez Edwin Callizaya Fue en Jaruma que oí hablar de Victoria Ocampo y, muchos años después, allí mismo la conocí. Se p...
-
En esa acta escribimos nuestros nombres, seguros de publicar la Historia de Villa Aroma, en septiembre, el aniversario de la ESFM. Condo...
-
La viuda de Márquez Edwin Callizaya Fue en Jaruma que oí hablar de Victoria Ocampo y, muchos años después, allí mismo la conocí. Se p...
-
LOS DÍAS MÁS FELICES del boliviano Rodrigo Hasbún Parte de “Los 39 escritores latinoamericanos menores de 39 años más importantes del ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario